El maestro cocinero Ding cortaba bueyes para el Señor Wen-hui con una facilidad asombrosa, como si su cuchillo no encontrara resistencia. El Señor, maravillado, elogió su habilidad. Ding explicó que no era habilidad, sino el Tao.
Al principio, veía el buey entero; después de tres años, solo las partes. Ahora, su espíritu guía el cuchillo por los espacios naturales, evitando huesos y tendones. Por eso, su cuchillo tenía diecinueve años y seguía afilado, mientras otros cambian de cuchillo con frecuencia. La clave era encontrar el «vacío».

Esta parábola taoísta es una lección sobre la maestría y la fluidez. El cocinero Ding representa a quien actúa en armonía con el Tao, es decir, con el flujo natural de las cosas. Su habilidad no viene de la fuerza, sino de una profunda comprensión intuitiva que le permite encontrar el camino de menor resistencia. Es la adaptabilidad y la observación lo que le permite ser eficiente y duradero, a diferencia de aquellos que luchan y se desgastan.
Hoy, esta parábola nos enseña a trabajar de forma inteligente, no solo dura. Nos invita a buscar la eficiencia y la armonía en nuestras tareas, ya sean profesionales o personales. En lugar de forzar situaciones, debemos entender su estructura y encontrar las soluciones más fluidas. Es un llamado a la maestría personal que surge de la adaptabilidad y de fluir con la naturaleza de las cosas, llevando a menos estrés y mayores logros.