La historia cuenta que la reina Maya, madre de Buda, tuvo un sueño extraordinario antes de la concepción de su hijo. En el sueño, un magnífico elefante blanco, puro y radiante, con seis colmillos, descendió del cielo y rodeó su lecho. Luego, tocó suavemente su costado derecho con su trompa y entró en su vientre. Este sueño fue interpretado por los sabios como una señal de que la reina daría a luz a un ser excepcional, destinado a ser un gran líder espiritual o un monarca universal.
Este evento, el sueño de la reina Maya, no es una parábola en el sentido de una pequeña historia con una moraleja explícita, sino una leyenda fundacional y simbólica dentro del budismo. El elefante blanco es un símbolo de pureza, sabiduría y majestad en la tradición budista e hindú.
Los seis colmillos representan las seis perfecciones (paramitas) que un bodhisattva debe cultivar para alcanzar la iluminación. La entrada del elefante en el costado derecho de la reina simboliza una concepción inmaculada y el nacimiento de un ser sin mancha, destinado a liberar a los seres del sufrimiento. Es un relato que confiere un significado profundo y un aura sagrada al nacimiento de Buda.

Este evento, el sueño de la reina Maya, no es una parábola en el sentido de una pequeña historia con una moraleja explícita, sino una leyenda fundacional y simbólica dentro del budismo. El elefante blanco es un símbolo de pureza, sabiduría y majestad en la tradición budista e hindú. Los seis colmillos representan las seis perfecciones (paramitas) que un bodhisattva debe cultivar para alcanzar la iluminación.
La entrada del elefante en el costado derecho de la reina simboliza una concepción inmaculada y el nacimiento de un ser sin mancha, destinado a liberar a los seres del sufrimiento. Es un relato que confiere un significado profundo y un aura sagrada al nacimiento de Buda.