El Decamerón. Segundo cuento

Giannotto de Civigni, un hombre de fe cristiana, intenta convencer a su amigo Abraham, un judío rico y sabio, de que se convierta al cristianismo. Abraham, escéptico de la corrupción en la Iglesia romana, decide viajar a Roma para observar la situación por sí mismo.

Al llegar, se encuentra con una corte papal llena de avaricia, lujuria y simonía. Los clérigos, en lugar de predicar la virtud, se dedican a la búsqueda de placeres y riquezas.

Abraham, horrorizado por lo que ve, regresa a Florencia y, para sorpresa de Giannotto, se convierte al cristianismo. Abraham explica que, si una religión tan corrupta aún prospera, debe ser verdaderamente divina.

El Decamerón. Segundo cuento

Este segundo cuento del Decamerón continúa la crítica de Boccaccio a la Iglesia católica, pero desde una perspectiva diferente. En lugar de centrarse en la hipocresía individual, Boccaccio examina la corrupción sistémica dentro de la institución.

Abraham, el judío sabio, actúa como un observador externo, permitiendo a Boccaccio satirizar la decadencia moral de la corte papal. La conversión de Abraham, aunque irónica, subraya la ironía de que la religión prevalece a pesar de la corrupción.

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