Svetaketu, después de doce años de estudio con su gurú, regresa a casa lleno de orgullo por su conocimiento. Su padre, Uddalaka, lo interroga sobre su aprendizaje, preguntándole si ha aprendido «aquello por lo cual lo inaudito se vuelve oído, lo no percibido se vuelve percibido, lo desconocido se vuelve conocido». Svetaketu, confundido, admite no haber aprendido tal cosa.
Uddalaka entonces comienza a guiar a su hijo a través de una serie de analogías. Le explica cómo, a través del conocimiento de una sola cosa, como la arcilla, el oro o el hierro, se conoce todo lo que está hecho de esa sustancia. A través de estas enseñanzas, Uddalaka revela la naturaleza omnipresente del Ser (Atman), la esencia sutil que permea todo el universo.
Finalmente, Uddalaka concluye con la famosa frase «Tat Tvam Asi» («Tú eres Eso»), revelando a Svetaketu la identidad entre su propio Ser y el Ser universal. Svetaketu, iluminado por esta revelación, comprende la unidad de toda existencia.

La historia de Svetaketu y Uddalaka es una poderosa metáfora del viaje del autodescubrimiento y la realización de la unidad de toda existencia. Uddalaka, a través de su enseñanza, guía a Svetaketu más allá de la mera erudición intelectual hacia una comprensión experiencial de la realidad. Las analogías utilizadas por Uddalaka sirven para desmantelar la ilusión de separación y revelar la interconexión de todas las cosas.
En el mundo actual, esta parábola nos invita a reflexionar sobre nuestra propia relación con el mundo que nos rodea. En una era de creciente individualismo y fragmentación, la enseñanza de Uddalaka nos recuerda que, en esencia, todos estamos conectados. La realización de esta unidad puede llevarnos a una mayor compasión, empatía y responsabilidad hacia nuestro planeta y hacia los demás.