La Fábula del Lobo y el Cordero

Un lobo, hambriento y sediento, encontró a un cordero bebiendo agua en un arroyo. Para tener una excusa para comérselo, el lobo lo acusó de enturbiar el agua, impidiéndole beber. El cordero, con voz temblorosa, le respondió que eso era imposible, pues él bebía mucho más abajo en la corriente, y el agua no podía fluir hacia arriba.

El lobo, al ver que su primera excusa era infundada, inventó otra. «Hace seis meses, hablaste mal de mí», le dijo con ira. El cordero, aún más asustado, le respondió: «Señor, eso es imposible. Yo ni siquiera había nacido hace seis meses». El lobo, frustrado por la lógica del cordero, inventó una tercera mentira, acusando a la familia del cordero de haberle ofendido en el pasado.

El lobo, al final, se cansó de los pretextos y reveló su verdadera intención. «Aunque demuestres que mis acusaciones son falsas», le dijo, «no me detendré, porque me apetece comerte». Con esas palabras, se abalanzó sobre el cordero y se lo comió. La fábula enseña que, cuando un tirano tiene un motivo, no importa si tiene o no la razón.

La Fábula del Lobo y el Cordero

La fábula del lobo y el cordero es una lección atemporal sobre la injusticia, el abuso de poder y la importancia de defender la verdad, incluso ante la adversidad. El lobo representa la tiranía, que siempre busca excusas para justificar sus acciones, sin importar cuán infundadas sean. El cordero, con su lógica y su inocencia, representa la verdad y la justicia que, aunque no siempre triunfen, deben ser defendidas.

En resumen, esta historia nos invita a no ceder ante la opresión, a defender la verdad y a reconocer que, en ocasiones, los argumentos no son suficientes para cambiar la voluntad de aquellos que solo buscan su propio beneficio. Así pues, el lobo y el cordero nos recuerdan que, aunque la justicia sea un ideal, la fuerza bruta a menudo prevalece, pero que eso no debe desalentarnos de luchar por lo que es correcto.

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