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La Parábola del Sembrador: El Misterio del Reino

Un sembrador salió a esparcir su semilla, sin discriminar el terreno. Parte cayó junto al camino, donde el suelo era duro, y las aves vinieron de inmediato para devorarla. Esta semilla nunca tuvo oportunidad de arraigar.

Otra porción cayó sobre un terreno pedregoso, donde había muy poca tierra. Brotó deprisa, animada por la humedad superficial, pero al salir el sol y no tener raíces profundas, se secó y se marchitó. La superficialidad la condenó.

Finalmente, una gran parte cayó en la buena tierra. Esta tierra, preparada y profunda, no solo recibió la semilla, sino que permitió que creciera y fructificara, produciendo una cosecha asombrosa: unas semillas dieron treinta, otras sesenta, y otras hasta cien veces más. La Parábola del Sembrador revela el secreto de la abundancia.

El Mensaje

La Parábola del Sembrador no se trata de la semilla (que es la enseñanza, la oportunidad o la Palabra), ni del sembrador (que es la fuente de esa oportunidad). Se trata enteramente de ti: el terreno. Cada persona decide, a través de sus hábitos y prioridades, qué tipo de terreno es para la vida, los desafíos y las nuevas ideas.

Para lograr un crecimiento espiritual profundo y una vida plena (cosecha del ciento por uno), debes eliminar las «piedras» (miedos y creencias limitantes) y los «espinos» (la ansiedad, los placeres triviales y las riquezas que ahogan el propósito). La lección universal es clara: la perseverancia y la calidad del corazón son el único factor que determina la abundancia en cualquier área de tu vida.

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