La Oveja Perdida

Jesús compartió esta conmovedora parábola en respuesta a las críticas de los fariseos y escribas. Ellos murmuraban, cuestionando por qué él recibía a los pecadores y compartía su mesa con ellos. A través de esta sencilla historia, Jesús reveló la profunda alegría del cielo por el arrepentimiento de un solo pecador.

«¿Qué hombre de vosotros?», comenzó Jesús, «¿teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto y va tras la que se extravió, hasta que la encuentra? Y cuando la halla, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría. Al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: ‘¡Alégrense conmigo! He encontrado mi oveja perdida’. Les aseguro que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de arrepentimiento».

La oveja perdida

La oveja perdida representa a aquellos que se han desviado del camino de Dios, los pecadores y los marginados. El pastor representa a Dios, quien busca activamente a los perdidos y se regocija cuando los encuentra. La alegría del pastor simboliza el gozo de Dios por el arrepentimiento de un pecador. Esta parábola destaca el amor incondicional y la misericordia de Dios hacia los pecadores.

Nos enseña que Dios valora a cada individuo y que se preocupa por aquellos que se han perdido. Nos invita a adoptar una actitud de compasión y a buscar a aquellos que necesitan ayuda, en lugar de juzgarlos. Esta parábola nos recuerda que el arrepentimiento y la restauración son motivos de gran alegría en el reino de los cielos.

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