La historia del Samudra manthan o «El batido del Océano de Leche» es una de las epopeyas más importantes del hinduismo. Narra un momento crítico en el que los dioses (devas) y los demonios (asuras) unieron fuerzas para recuperar la inmortalidad perdida. Utilizaron la montaña Mandara como un batidor gigante y la serpiente divina Vasuki como la cuerda para batir el vasto océano de leche. Este acto, que duró miles de años, tenía como objetivo extraer el amrita, el elixir de la inmortalidad, que se encontraba en las profundidades del mar.
El proceso fue extremadamente arduo y estuvo lleno de desafíos. Del océano, surgieron muchas cosas maravillosas: seres celestiales como apsaras, animales divinos como el caballo Uchchaihshravas y la vaca Kamadhenu, y tesoros como la diosa de la riqueza Lakshmi. Sin embargo, antes de que el amrita apareciera, una terrible sustancia conocida como halahala, un veneno mortal, emergió amenazando con destruir todo el universo. Ningún dios o demonio podía contener su poder destructivo.
Desesperados, todos se dirigieron a Shiva, el dios de la destrucción y la regeneración. En un acto de inmenso sacrificio, Shiva bebió el veneno. Para protegerse de sus efectos, su esposa, la diosa Parvati, presionó su garganta, impidiendo que el veneno llegara a su estómago. Como resultado, la garganta de Shiva se tiñó de azul, lo que le valió el apodo de «Neelakantha», que significa «el de la garganta azul». Este acto de sacrificio permitió que el batido continuara, culminando con la aparición del amrita, aunque luego se desencadenó un conflicto por su posesión.

El mito del Samudra manthan nos enseña que los mayores logros a menudo requieren la unión de fuerzas opuestas y el trabajo conjunto. Los devas y los asuras, a pesar de su profunda enemistad, tuvieron que colaborar para alcanzar un objetivo común. Esto nos recuerda que, para superar los grandes desafíos de nuestra sociedad, como el cambio climático, la pobreza o las pandemias, es fundamental dejar de lado nuestras diferencias y trabajar unidos hacia una meta compartida. La colaboración y la cooperación son herramientas más poderosas que la confrontación.
Además, la historia destaca la importancia del sacrificio desinteresado por el bien común. El acto de Shiva al beber el veneno simboliza cómo, en cualquier empresa colectiva, siempre habrá riesgos y consecuencias negativas. Un verdadero líder, o una persona con un alto sentido de la responsabilidad, está dispuesto a asumir esos «venenos» o cargas para proteger a los demás y permitir que el proyecto avance. Este acto de sacrificio no solo salva la situación, sino que también establece un ejemplo de altruismo y resiliencia que inspira a todos los involucrados.