Los Milagros de Nuestra Señora de Gonzalo de Berceo
En un monasterio, un sacristán, a pesar de su devoción a la Virgen María, sucumbe a la tentación de la carne. Cada noche, después de que el prior se retira a descansar, el sacristán sale a cometer actos impúdicos. Sin embargo, en su camino de ida y vuelta, siempre se detiene ante el altar de la Virgen para rezar y hacer una reverencia.
Una noche, al regresar de sus andanzas, el sacristán cae al río y se ahoga. Los demonios, alegres por su muerte, se preparan para llevarse su alma. Pero la Virgen María, recordando su devoción, interviene.
Ella argumenta que, mientras el sacristán estuvo en vida, siempre la honró, y por lo tanto, no permitiría que su alma fuera llevada por los demonios. Dios, impresionado por la defensa de la Virgen, devuelve el alma al cuerpo del sacristán. El sacristán, arrepentido, confiesa sus pecados y promete vivir una vida de virtud.

Este milagro destaca la misericordia de la Virgen María, incluso hacia aquellos que han caído en el pecado. A pesar de sus actos impúdicos, el sacristán es salvado por su devoción a la Virgen. El milagro subraya la importancia de la sinceridad en la devoción y el arrepentimiento, mostrando que incluso los pecadores pueden encontrar la redención a través de la Virgen María. También explora la lucha entre el bien y el mal dentro del alma humana, y cómo la devoción puede prevalecer sobre la tentación.
En el contexto actual, este milagro sigue siendo relevante por su mensaje de esperanza y redención. Nos recuerda que todos somos falibles y que podemos cometer errores. Sin embargo, siempre hay una oportunidad para el arrepentimiento y el perdón. También nos invita a reflexionar sobre la importancia de la sinceridad en nuestras creencias y acciones, y cómo la verdadera devoción puede guiarnos hacia una vida de virtud.