Según la tradición islámica, una noche, el Profeta Mahoma estaba en La Meca cuando el ángel Gabriel se le apareció. Gabriel lo despertó y lo llevó a un ser alado llamado Buraq, una criatura mística que era más grande que un asno pero más pequeña que una mula, con rostro humano y alas de pavo real. Buraq, que se movía a la velocidad del rayo, estaba allí para llevar al Profeta en un viaje milagroso que cambiaría su vida para siempre.
Mahoma montó a Buraq y emprendió el «Viaje Nocturno» (Isra) a Jerusalén. En un instante, llegaron al Templo de Jerusalén, conocido como Al-Aqsa, un lugar sagrado. Allí, el Profeta dirigió a todos los profetas que lo habían precedido, como Moisés y Jesús, en una oración. Este acto simbolizó que Mahoma era el último de los profetas, y el Islam, la culminación de todas las revelaciones. Además, este viaje demostró la conexión espiritual entre La Meca y Jerusalén, uniendo dos de las ciudades más sagradas del Islam.
Después del viaje a Jerusalén, comenzó la «Ascensión» (Miraj). El Profeta Mahoma, acompañado por el ángel Gabriel, ascendió a través de los siete cielos. En cada cielo, se encontró con profetas que le daban la bienvenida. Vio las maravillas del paraíso y las penas del infierno. En el séptimo cielo, en el punto más alto, se le permitió a Mahoma acercarse a la presencia de Dios, donde recibió instrucciones directas sobre la oración ritual (Salat) para los musulmanes. Por lo tanto, este viaje místico se convirtió en la base de la fe islámica, consolidando la posición de Mahoma como el último profeta y la legitimidad de su mensaje.

La leyenda del Viaje Nocturno y la Ascensión es una profunda parábola sobre la fe y el viaje espiritual. El viaje del Profeta Mahoma a través de los cielos simboliza la búsqueda del ser humano por una conexión más profunda con lo divino. El mensaje principal de esta historia es que, aunque vivamos en el mundo físico, la verdadera plenitud se encuentra en la elevación espiritual.
En resumen, esta historia nos enseña que el viaje de la fe a menudo requiere de nosotros que hagamos lo imposible, que superemos nuestros propios límites y que busquemos la verdad en lugares que están más allá de nuestra comprensión terrenal. El encuentro de Mahoma con otros profetas nos recuerda que la fe es un camino compartido por la humanidad, y su encuentro con Dios nos inspira a buscar nuestra propia verdad en la oración y la reflexión. Así pues, la leyenda nos invita a emprender nuestro propio viaje espiritual, a buscar la conexión con lo divino y a encontrar en la fe la fuerza para elevarnos sobre las dificultades de la vida.