La Parábola del Médico Hábil, una joya narrativa del Sutra del Loto, nos presenta a un doctor de inmensa sabiduría y conocimiento, padre de numerosos hijos. En cierta ocasión, mientras el médico se encontraba de viaje, sus hijos beben por error un veneno que los deja en un estado de delirio y sufrimiento. El veneno pervierte su mente, haciéndoles perder el juicio y la capacidad de discernir entre lo que es beneficioso y lo que es perjudicial para ellos.
Al regresar, el padre encuentra a sus hijos en plena agonía. De inmediato, prepara un antídoto supremo, una medicina perfecta en color, aroma y sabor, capaz de curarlos por completo. Sin embargo, al ofrecérsela, se topa con una trágica realidad: los hijos cuyo juicio no estaba tan dañado aceptan la medicina y sanan, pero aquellos más envenenados la rechazan. Su mente delirante les impide reconocer la excelencia del remedio. Por lo tanto, el padre debe recurrir a una estrategia más profunda.
Viendo que la persuasión directa es inútil, el médico idea un «medio hábil» (upaya). Anuncia que debe partir de nuevo y, tiempo después, envía un mensajero para comunicar la noticia de su propia muerte. Devastados por la idea de haberse quedado huérfanos y sin su protector, los hijos caen en la cuenta de su desdicha. En ese momento de lucidez y dolor, recuerdan la medicina que su padre les dejó y, finalmente, la beben. Al hacerlo, se curan por completo, momento en el cual el padre regresa, revelando su estratagema.

Esta parábola es una metáfora magistral sobre la condición humana y la naturaleza de la sabiduría. El médico, por supuesto, representa al Buda, y sus hijos somos toda la humanidad. El «veneno» simboliza la ignorancia, el apego y el odio que nublan nuestra mente y nos hacen sufrir. Como los hijos delirantes, a menudo rechazamos las enseñanzas profundas (la «medicina») porque nuestro juicio está demasiado afectado por los venenos del día a día.
El mensaje central de La Parábola del Médico Hábil es el concepto de upaya o medios hábiles. Nos enseña que la verdad a veces necesita ser presentada de formas distintas, adaptadas al nivel de entendimiento de cada persona. La «muerte» del padre no fue un engaño malicioso, sino un acto de compasión calculado para crear las condiciones necesarias para que sus hijos se salvaran a sí mismos. Del mismo modo, en nuestra vida, debemos aprender a ser «médicos hábiles» con nosotros mismos y con los demás, comprendiendo que el camino directo no siempre es el más efectivo. A veces, se necesita una estrategia indirecta y compasiva para inspirar el verdadero cambio.