En el siglo XIII, en lo que hoy es Polonia y Alemania, vivió una mujer noble, duquesa de Silesia, llamada Eduvigis. A pesar de su riqueza y su estatus real, Santa Eduvigis llevaba una vida de extrema humildad y piedad. Era conocida por su inmensa caridad, pues daba comida, ropa y refugio a los pobres y enfermos, a quienes atendía personalmente.
Su humildad era tal que a menudo caminaba descalza, incluso en el frío del invierno, un acto de penitencia que contrastaba con su posición de duquesa. Su esposo, el duque, al ver sus pies ensangrentados, le prohibió caminar descalza. Obediente, Eduvigis continuó su penitencia y devoción, pero llevaba sus zapatos en la mano, lo que se convirtió en un símbolo de su humildad.
Tras la muerte de su esposo, Eduvigis se retiró al monasterio que ella misma había fundado. Allí, vivió sus últimos años como una humilde monja, dedicándose por completo a la oración y al servicio. Su vida de sacrificio y devoción se convirtió en un ejemplo para su pueblo. Los milagros que se le atribuyeron cimentaron su estatus como santa.

El Mensaje
Santa Eduvigis es una poderosa lección sobre la humildad y la caridad. Nos enseña que la verdadera grandeza no reside en el poder o la riqueza, sino en la compasión y en la capacidad de servir a los demás. La historia de la duquesa que caminaba descalza es una metáfora del desapego de lo material y del enfoque en lo espiritual.
Esta leyenda también nos recuerda que las acciones valen más que las palabras. La fe de Eduvigis no era una creencia pasiva, sino una práctica activa. Fue un acto de servicio constante que inspiró a su pueblo. Su vida nos invita a reflexionar sobre la forma en que vivimos y nos anima a usar nuestra posición y nuestros recursos para ayudar a quienes más lo necesitan.