Según la cosmogonía azteca, los dioses crearon y destruyeron el mundo cuatro veces. Hoy vivimos en la quinta era. La leyenda de Los Cinco Soles narra estas cuatro grandes destrucciones. El primer sol, Nahui-Ocelotl (Sol de Jaguar), terminó cuando jaguares devoraron a sus habitantes gigantes. Después, huracanes destruyeron el segundo sol, Nahui-Ehécatl (Sol de Viento), y sus habitantes se convirtieron en monos.
Una lluvia de fuego arrasó el tercer sol, Nahui-Quiáhuitl (Sol de Lluvia de Fuego). Sus habitantes se transformaron en aves. Una gran inundación destruyó el cuarto sol, Nahui-Atl (Sol de Agua). Los hombres se convirtieron en peces. Después de cada destrucción, los dioses se reunieron para crear un nuevo mundo y una nueva humanidad.
Finalmente, los dioses se sacrificaron para crear el quinto sol, Nahui-Ollin (Sol de Movimiento). Los dioses Tecuciztécatl y Nanahuatzin se arrojaron a una hoguera para convertirse en el sol y la luna. Sin embargo, para que el sol se moviera y el mundo continuara, los dioses necesitaban ser alimentados con sangre y corazones. La leyenda se convierte, así, en un recordatorio de que la existencia y el movimiento del universo dependen del sacrificio humano y divino.

El Mensaje
El mito de Los Cinco Soles es una profunda lección sobre la naturaleza cíclica de la creación. Nos enseña que la vida no es un estado permanente, sino un proceso en constante cambio. Cada era nace de la aniquilación de la anterior. La historia subraya que los dioses nos dieron la vida como un regalo, y que el sacrificio la mantiene.
Esta fábula también explora la idea de que la destrucción es un preludio de la creación. Nos recuerda que cada final puede dar lugar a un nuevo comienzo. El valor de la vida se mide por los sacrificios que se hacen para sostenerla. El quinto sol, Nahui-Ollin, es un símbolo de movimiento y de la constante necesidad de renovación. Nos insta a reflexionar sobre nuestro papel en el ciclo eterno del universo.