Dibujar piernas a una serpiente (Hua She Tian Zu)

En la antigüedad, un grupo de sabios celebraba un concurso de dibujo. Como premio para el mejor artista, se les dio una botella de vino. Decidieron que el primero en terminar su dibujo de una serpiente se quedaría con el premio. Uno de los sabios, conocido por su habilidad, fue el primero en completar su obra. Con pinceladas rápidas y seguras, trazó una serpiente perfecta. La miró, satisfecho de su logro.

Con un exceso de confianza, el sabio vio que los demás aún no habían terminado y, para demostrar su superioridad, decidió añadir un toque «extra» a su dibujo. Con la misma velocidad, le pintó cuatro patas a la serpiente. Justo cuando terminó, otro sabio, que acababa de completar su obra, reclamó el premio. El primer sabio se burló y le dijo: «Yo terminé primero. Mi dibujo es mejor». El otro sabio, con calma, respondió: «Eso no es una serpiente. Una serpiente no tiene piernas. Arruinaste la perfección por un exceso de orgullo. El premio es mío».

El sabio arrogante se dio cuenta de su error. Su intento de superar la perfección había arruinado su obra por completo. La fábula de Dibujar piernas a una serpiente (Hua She Tian Zu) enseña que un trabajo bien hecho no necesita adornos superfluos. El exceso de celo y la búsqueda de la «perfección» pueden arruinar un resultado que ya era excelente.

Dibujar piernas a una serpiente

La parábola de Dibujar piernas a una serpiente es un recordatorio poderoso de que lo simple y lo correcto a menudo son perfectos por sí solos. En la vida, a menudo nos sentimos tentados a agregar más, a complicar las cosas o a buscar la perfección en lugares donde ya no es necesaria. Este exceso de esfuerzo, motivado por el orgullo o la ansiedad, puede estropear un resultado que ya era óptimo. La verdadera sabiduría reside en saber cuándo parar.

Esta historia nos insta a ser conscientes de la diferencia entre mejorar y arruinar. Nos invita a reflexionar sobre nuestro trabajo, nuestros proyectos y nuestras ideas. Antes de añadir un nuevo elemento, debemos preguntarnos: ¿esto realmente mejora lo que ya existe, o simplemente estoy «dibujando piernas a una serpiente»? El valor está en la eficiencia y la elegancia, no en la complejidad innecesaria.

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