En los tiempos antiguos, el universo era un mar infinito. En lo alto, vivían los Hombres del Cielo, y en ese mundo celestial, una mujer, la Mujer del Cielo, cayó por un agujero. Los pájaros la vieron caer y la atraparon en sus alas, pero necesitaban un lugar para que ella descansara. Los animales del mar intentaron ayudar, y la Gran Tortuga se ofreció a llevarla en su espalda, convirtiéndose así en la base del nuevo mundo.
Los animales se dieron cuenta de que la mujer no podía vivir solo en un caparazón. Uno a uno, se sumergieron para buscar tierra en el fondo del mar. El castor lo intentó y no lo logró. El pato lo intentó y fracasó. Finalmente, el pequeño almizclero, con su gran coraje, se sumergió y regresó con un puñado de barro en su boca. La Mujer del Cielo lo tomó y lo colocó en la espalda de la tortuga, y mientras caminaba en círculos, el barro comenzó a crecer.
El barro se extendió, convirtiéndose en el continente. La Mujer del Cielo, con la ayuda de sus hijos, dio forma a las montañas, los valles y los ríos. Los grandes lagos, que brillan como espejos en el corazón de la tierra, se formaron a partir del agua sagrada que los animales trajeron del fondo del mar para nutrir la nueva tierra. El Origen de los Lagos es, para los Iroqueses, el resultado de un acto de colaboración divina entre los animales y el gran ser de la creación.

La leyenda de El Origen de los Lagos es una conmovedora lección sobre la cooperación y el respeto por el mundo natural. Nos enseña que la creación de nuestro mundo no fue un acto solitario, sino un esfuerzo colectivo en el que cada criatura, sin importar cuán pequeña, tuvo un papel vital. La historia nos invita a reflexionar sobre nuestra propia responsabilidad como parte del ecosistema y a honrar la contribución de todos los seres vivos.
Esta fábula también subraya el carácter sagrado de la naturaleza. Los lagos no son meras extensiones de agua, sino el resultado de un esfuerzo heroico y divino. Nos recuerda que nuestro mundo es un lugar sagrado y que la tierra que pisamos tiene una historia. El origen de los lagos es un recordatorio de que somos los guardianes de esta tierra y que debemos protegerla, así como la Gran Tortuga y los animales la protegieron para nosotros.