Un pobre vendedor de leña, sediento en el bosque, se encontró con una anciana que le ofreció té de una tetera que nunca se vaciaba. El hombre compró la tetera mágica, pensando en la fortuna que le traería. Sin embargo, en el camino a casa, la tetera se transformó de nuevo en un travieso tanuki, que se rio y desapareció en el bosque.
El vendedor, decepcionado, volvió con las manos vacías. Días después, el tanuki se le apareció de nuevo en su forma original. Agradecido por la bondad previa del hombre, que lo había liberado de una trampa, el tanuki le entregó una bolsa llena de oro, cumpliendo su palabra de buena suerte.
Desde ese día, el vendedor prosperó. La Leyenda del Tanuki enseña que, a pesar de sus bromas, estas criaturas traen sabiduría y fortuna a aquellos de buen corazón.

La Leyenda del Tanuki nos enseña que las apariencias son engañosas. El tanuki, un ser juguetón y travieso, también es un portador de buena fortuna, demostrando que la sabiduría y la suerte pueden venir de los lugares más inesperados. No debemos juzgar a los demás por su apariencia o sus primeras acciones.
Esta fábula nos recuerda que la bondad desinteresada siempre es recompensada. El tanuki no recompensó al hombre por su dinero, sino por la compasión que le había mostrado. La historia nos invita a ser amables, porque a veces, la suerte es simplemente un reflejo de nuestras propias buenas acciones.